EL PAÍS
El arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero recuerda cómo en diciembre de 1965 cayó por primera vez en sus manos un resto delyacimiento fenicio del Cerro del Villar que ahora languidece junto a la desembocadura del río Guadalhorce en Málaga. “Estaba pintado de negro, rojo y marrón y lo traía a la carrera uno de los chavales que trabajaba en el grupo de arqueología. Fue verlo y saber que se trataba de algo importante”, revive este veterano arqueólogo, que comenzó las excavaciones en el yacimiento en 1966.
El Cerro del Villar es uno de los centros coloniales fenicios más importantes de todo el Mediterráneo.
Su fundación tuvo lugar a mediados del siglo VIII antes de Cristo y se cree que en el apogeo de esta urbe llegaron a residir más de 3.000 personas, no solo fenicios, sino también colonos griegos, egipcios e incluso íberos que terminaron asentándose en él para comerciar con los fenicios.
Las excavaciones arqueológicas han revelado que se trata de un asentamiento con una trama urbana compleja, con una estructura formada por grandes viviendas, con calles porticadas con posibles áreas de mercado, restos de edificaciones portuarias, una posible muralla y un cinturón industrial. Todos ellos rasgos urbanísticos más propios de una ciudad que de una simple colonia.
Antes de que sus moradores lo abandonaran debido a las inundaciones periódicas que sufría —se trasladaron a la bahía de Málaga, donde fundaron la Malaka fenicia— el Cerro del Villar registró una importante actividad metalúrgica y comercial, siendo puerta de entrada a la Península de productos como el hierro, la vid o el olivo.
En su apogeo más de 3.000 personas llegaron a residir en esta ciudad
Hoy, más de cuatro décadas después de descubrir esta joya de la arqueología, el Cerro del Villar subsiste sin pena ni gloria y continúa siendo un gran desconocido. Pese a haber sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta en 1998, solo el 10% de este yacimiento ha sido excavado, trabajos que ahora están parados por falta de inversión, como también duerme en el olvido el proyecto aprobado por elAyuntamiento y la Junta hace cuatro años para impulsar los trabajos y crear un centro de interpretación del yacimiento fenicio.
Aun así, Muñoz Gambero no desiste en su idea de dar a conocer a los malagueños esa parte tan importante de sus orígenes. Si hace seis años logró que más de 60.000 personas se interesasen por conocer algo más de estos primitivos moradores de Málaga gracias a un arqueódromo que reproducía la forma de vida de la población fenicia en el Cerro del Villar, ahora ha organizado una exposición para “dar a conocer algo que aún sigue siendo muy desconocido en la propia Málaga”.
La fundación de una ciudad milenaria es el título de esta muestra, que hasta el próximo día 27 exhibe en la Sala de Exposiciones de Cajamarcasi un centenar de piezas encontradas en el yacimiento del Cerro del Villar. Entre ellas se encuentran restos de las cerámicas más producidas, como las ánforas y los pithoi, unos recipientes de gran tamaño que tenían la función de almacenaje de distintos productos destinados al comercio marítimo, como los cereales, el vino y aceite. Este aspecto pone de manifiesto el peso que tuvo la actividad comercial en esta ciudad fenicia.
Además de restos de vasijas, enseres domésticos, joyas o herramientas, entre otros objetos, la exposición se completa con una docena de reproducciones que sirven para conocer cómo era la vida en la desembocadura del Guadalhorce entre los años 800 y 500 a. C. “Vienen a decirnos quiénes eran los fenicios, cómo llegaron a nuestras playas, cómo se construyó la primera ciudad fenicia de la costa malagueña, cómo vivieron y cómo desaparecieron”, apunta Muñoz Gambero.
Las excavaciones arqueológicas han revelado que se trata de un asentamiento con una trama urbana compleja, con una estructura formada por grandes viviendas, con calles porticadas con posibles áreas de mercado, restos de edificaciones portuarias, una posible muralla y un cinturón industrial. Todos ellos rasgos urbanísticos más propios de una ciudad que de una simple colonia.
Antes de que sus moradores lo abandonaran debido a las inundaciones periódicas que sufría —se trasladaron a la bahía de Málaga, donde fundaron la Malaka fenicia— el Cerro del Villar registró una importante actividad metalúrgica y comercial, siendo puerta de entrada a la Península de productos como el hierro, la vid o el olivo.
En su apogeo más de 3.000 personas llegaron a residir en esta ciudad
Hoy, más de cuatro décadas después de descubrir esta joya de la arqueología, el Cerro del Villar subsiste sin pena ni gloria y continúa siendo un gran desconocido. Pese a haber sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta en 1998, solo el 10% de este yacimiento ha sido excavado, trabajos que ahora están parados por falta de inversión, como también duerme en el olvido el proyecto aprobado por elAyuntamiento y la Junta hace cuatro años para impulsar los trabajos y crear un centro de interpretación del yacimiento fenicio.
Aun así, Muñoz Gambero no desiste en su idea de dar a conocer a los malagueños esa parte tan importante de sus orígenes. Si hace seis años logró que más de 60.000 personas se interesasen por conocer algo más de estos primitivos moradores de Málaga gracias a un arqueódromo que reproducía la forma de vida de la población fenicia en el Cerro del Villar, ahora ha organizado una exposición para “dar a conocer algo que aún sigue siendo muy desconocido en la propia Málaga”.
La fundación de una ciudad milenaria es el título de esta muestra, que hasta el próximo día 27 exhibe en la Sala de Exposiciones de Cajamarcasi un centenar de piezas encontradas en el yacimiento del Cerro del Villar. Entre ellas se encuentran restos de las cerámicas más producidas, como las ánforas y los pithoi, unos recipientes de gran tamaño que tenían la función de almacenaje de distintos productos destinados al comercio marítimo, como los cereales, el vino y aceite. Este aspecto pone de manifiesto el peso que tuvo la actividad comercial en esta ciudad fenicia.
Además de restos de vasijas, enseres domésticos, joyas o herramientas, entre otros objetos, la exposición se completa con una docena de reproducciones que sirven para conocer cómo era la vida en la desembocadura del Guadalhorce entre los años 800 y 500 a. C. “Vienen a decirnos quiénes eran los fenicios, cómo llegaron a nuestras playas, cómo se construyó la primera ciudad fenicia de la costa malagueña, cómo vivieron y cómo desaparecieron”, apunta Muñoz Gambero.
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