Pensando en esta realidad histórica indiscutible, es realmente apasionante investigar sobre los asentamientos humanos. Resulta cuanto menos curioso, saber qué impulsó a estas personas a establecerse en un determinado lugar, al que otros poco a poco, comenzaron a llegar para también acabar estableciéndose en él.
Supongo que en un principio, habría distintos grupos de indígenas dispersados por distintos lugares de un mismo territorio. Después acabarían uniéndose por diferentes razones, fundamentalmente de autoprotección, hasta acabar convirtiéndose en un pueblo o en una ciudad.
Nos quedará siempre la duda: ¿de dónde salieron los primeros indígenas que fundaron los primitivos asentamientos?, nadie lo sabe ahora y ciertamente, salvo milagro, lo más normal es que jamás se sepa. Lo que sí sabemos es que prácticamente todo empezó con la llegada a nuestras costas de unos navegantes, dedicados al comercio, que acabaron asentándose entre nosotros, fundaron nuestras primeras ciudades y nuestras primeras industrias y pusieron el nombre definitivo a nuestra patria: Los Fenicios.
Debía de tener España una gran abundancia de conejos, un animalito que por extraña casualidad se parece a otro que en aquel tiempo era muy abundante en Fenicia y que responde al nombre de damán. En realidad, el animalillo en cuestión está emparentado con los elefantes y nada tiene que ver, salvo su apariencia física, con nuestro simpático conejo. Esta confusión y esta abundancia de roedores en nuestras tierras, confundió a aquellos primeros fenicios que vinieron a visitarnos y que puestos a bautizar el lugar, lo llamaron precisamente «tierra de damanes» es decir, i-sch phannim, que luego los Romanos convirtieron en Hispania y de ahí hasta su nombre actual.
La mayor concentración en la península de fenicios, se desarrolló precisamente en Málaga, quizás porque aquí tenían abundante territorio donde asentarse, o quizás porque sus naves se veían impotentes o con enormes dificultades para atravesar el estrecho. Construían sus ciudades en un lugar no muy elevado donde hubiera un río. Se establecían en una de sus orillas y justamente en la opuesta construían su necrópolis, donde enterrar a sus muertos.
Decimos y damos por sabido que la ciudad mas antigua de Europa y por lo tanto fundada por fenicios es Cádiz (Gadir) y la verdad es que eso levanta mucha controversia, mucha posición enfrentada entre sesudos historiadores e investigadores. En realidad, hay mas pruebas de que Cádiz no sea tan antigua como afirman que de lo contrario. De lo que si hay pruebas fidedignas es de la fundación y expansión de Malaka, nuestra Málaga, esa que fue fundada allá por el siglo VII a de C., fundamentalmente en el asentamiento de Guadalhorce y la necrópolis de Trayamar. Se sabe además que Malaka ya existía en el siglo VIII a de C., lo que nos convierte sin duda en la segunda ciudad mas antigua de Europa, al menos públicamente reconocida.
Por mi parte, sin tantos conocimientos científicos ni arqueológicos, pienso que Malaka es anterior a Gadir y por tanto, sin querer entrar en polémica, porque ciertamente no serviría para nada y además es solo mi opinión, para mí, la ciudad mas antigua de Europa es la misma en la que vivo y recorro a diario, Malaka.
Quizás, ¿Por qué no? Fuera aquí donde los primeros visitantes fenicios vieran los primeros conejos que acabaron dando nombre a nuestro singular país. Quizás, por lo tanto, haya muchos malagueños que lleven consigo, además de la herencia que le dejaron otros pueblos que nos poblaron, sangre fenicia en sus venas. No sería nada extraño…
Los fenicios eran un pueblo singular. Comerciantes, ingeniosos, emprendedores, pero sobretodo pacíficos. Es decir, los mismos valores que atesoran los malagueños actuales.
Es por eso, que puesto a pensar, algo me dice que hay mucha sangre fenicia entre nosotros.
Tiro era una ciudad fenicia que se lanzó al mar para conquistar nuevos enclaves comerciales. Con toda seguridad, eran de allí aquellos que nos fundaron.
Al principio solo debieron de existir unos cuantos mercaderes que fundaron lo que se conoce como factoría que mantenía grandes vínculos de solidaridad, fundamentada en la cultura y el comercio, con otras factorías del Mediterráneo.
Esto atrajo a nuevos pobladores a nuestras tierras, al poco, Malaka era una ciudad con un núcleo poblacional muy importante y que además guardaba una «zona de seguridad» importante con las poblaciones indígenas que la rodeaban. Eran ante todo hombres de paz con un significativo respeto hacia sus vecinos. Estos, llamados túrdulos, quizás parte de los famosos tartessios, acabaron inexorablemente engullidos por el crecimiento y el bienestar de Malaka.
Málaga, como no podría ser de otra forma, está emparentada con Tiro. Se dice que son ciudades hermanadas.
Es algo que no comparto, porque no pueden ser hermanas quienes en realidad son madre e hija. Dos pueblos unidos, hijos de la misma madre.
Curiosamente, Tiro es el nombre con el que se la conoció. Ahora a la ciudad de donde todo empezó, a la ciudad de nuestros primeros padres, quizás por esos azares que traen las causas, hoy se la llama Sur.
Y nosotros somos la ciudad del Sur.
Un niño y una niña juegan en la playa de la Misericordia de Málaga. Son fruto del mestizaje de muchos pueblos. Su madre, cuida de ellos aprovechando el último sol de este otoño antes de que comiencen las primeras lluvias. La niña está mirando el horizonte en dirección al mar
-¿Qué miras? Le pregunta su hermanito.
-Miro al Sur, estoy mirando al Sur…
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